Es normal... El ser humano imperfecto jamás dejará de emitir juicios de acuerdo a las apariencias... Siempre habrá alguién que busque algo malo y tenga una pésima opinión acerca de tí, aunque te esfuerces por contrarrestarlo. Recuerda que nadie es monedita de oro para caerle bien a todo el mundo, aunque a veces nos hemos merecido sus habladurías, pues está claro que somos pecadores.
Pero el problema no debería estar en lo que sientes cuando hablan mal de tí, sino en el tiempo, energía y los sacrificios que debes invertir para lograr de todos una buena opinión, porque a veces tenemos tanto amor propio que luchamos con uñas y garras por la gloria de los hombres... peleamos hasta la última gota de energía para que todos tengan una buena opinión de nosotros... esto es desgastante y súmamente dañino para el alma, pues nos lleva hacia la depresión y la tristeza. Usemos esa energía en la opinión del único que debe interesarnos, Dios.
Si nuestro corazón se alimenta de la opinión de los demás, vamos a llevarnos muchas decepciones.
La Palabra de Dios habla de aquellos que preferían los honores de los hombres antes que la honra de Dios, razón por la cual vivían con miedo de confesar a Jesús, para que no hablaran mal de ellos (Juan 12:43), cayendo en la cobardía de aquellos de Apocalípsis 21:8... Moneditas de oro que no tienen nada de valor.
Cuando queremos la buena opinión del mundo, nos volvemos cobardes para hacer lo que debemos hacer, tendremos temor de hacer la voluntad de aquel que nos llamó para que seamos la generación de Juan el Bautista que tiene que hacer volver el corazón de los padres hacia los hijos y de los hijos hacia los padres... Esa generación que creará polémica oponiéndose a la nueva cultura familiar de nuestros días.
Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo.
S. Mateo 5:11 RVR1960
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