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Mostrando entradas de marzo, 2018

Creciendo mal

Crecer es un deseo natural de todo pequeño...  es el proceso obvio para  ser grande...   es lo que buscamos en nuestro trabajo, negocio o empresa, en los estudios, y profesión, en lo espiritual y también en el número de creyentes de nuestras congregaciones. Pero hay gente que solo crece, restándole a los demás...   Son parásitos que succionan la vida de otros...  sanguijuelas que quitan y no añaden (Proverbios 30:15)...   quieren desacreditar para ser escuchados...  usan veneno de opinión para, según ellos, crecer en su ministerio...  se dicen pescadores de hombres pero usan su red para cazar peces de otro estanque, y son ladrones de almas. Dios no apoyará nuestras palabras si lo único que hacemos es hablar mal de aquellos que van adelante de nosotros...   no creamos que descalificando a los que nos aventajan podremos obtener los lugares que ellos dejarán vacantes, porque la carrera cristiana no es así. Y Cristo jamás crecerá dentro de nosotros destruyendo a otros, pues Él fue e

La vanalidad

La vanalidad es como una arena movediza, que te traga lentamente, poniendo trampa a nuestros pies, por medio de atractivos que nos hacen empeñar los tesoros más valiosos de nuestro corazón. Damos todo por el aire, poniendo un alto precio por la nada, que succiona lentamente nuestras fuerzas, dejándonos sin todo y matando poco a poco el soplo de esperanza que aún pudiéramos tener. Vanidad de vanidades que nos ata a mercaderes del vacío, aquellos que a través de el ego, su producto más vendido, nos engañan en un círculo vicioso del que es imposible renunciar. Levadura que mantiene desnutridos a los muchos que han sido seducidos, por un sin fin de aquellas posesiones de este siglo. Vacuidad que solamente puede derrotarse, con aquel que de una sola frase, creó todo de la nada... el Dios que llena todo el universo y tiene potestad de hacer que se rebose el corazón de aquel que se ha vaciado en este mundo sin sentido.