Ir al contenido principal

Nuestros Miedos

Nuestro miedo y la misericordia de Dios

Lo que el impío teme, eso le vendrá; pero a los justos les será dado lo que desean.  Proverbios 10:24

Cuando el miedo te toca, te abraza empujándote a un mundo de mentiras y desconfianza, un mundo irreal donde Dios no puede ayudarte…  un mundo donde algo malo siempre está por suceder.   El miedo te alcanza cuando no lo deseas, empujándote a esperar inminente el desastre.  El miedo nos nubla la esperanza y nos ciega la confianza.

Pero el miedo es natural y vive en nosotros, porque somos frágiles…  es parte de nosotros, porque  sabemos que tarde o temprano  la calamidad tomará ventaja.  Es por esto que Dios te dice muchísimas veces en la Biblia:  "No Temas"

El impío recibirá lo que teme, pero a nosotros, a los que creemos en Dios, nuestros miedos no atraen lo que tememos, porque Dios tiene misericordia de nosotros y la misericordia se gloría contra el juicio (Santiago 2:13). 

Aunque muchas veces las historias de la Biblia solo nos dan idea de lo malo que puede sucedernos.  Ver a un apóstol Pablo encarcelado esperando su fin en el patíbulo, a Juan el Bautista decapitado por el rey cobarde Herodes, a Isaías aserrado en las manos del malo rey Manasés e incluso la misma muerte del Señor Jesús en el madero…  No obstante, estas pruebas estaban escritas en los propósitos divinos de Dios y no eran producto del miedo de sus hijos…  Pablo escribiría muchas de sus cartas en esa cárcel para bendecir a muchas generaciones con esas palabras inspiradas por el Todopoderoso; Juan el bautista cumpliría el propósito de ser el mayor profeta de la historia; Manasés regresaría arrepentido delante del Señor quien le perdonaría y restauraría más adelante y Jesús salvaría a la humanidad derramando hasta la última gota de Su sangre en ese madero.

El miedo no es, entonces, un enemigo de la fe, es solamente un síntoma de nuestra debilidad, porque la fe es un don de Dios y no un producto de apachar nuestros miedos.  La buena noticia es que obviamente la fe poco a poco diluirá nuestros temores, y que es al impío al que le vendrá lo que ha temido, pero al justo, justificado por la sangre preciosa del Señor Jesucristo, y gracias a Su infinita misericordia, recibirá lo que desea.

Por lo tanto, no creas que recibirás lo que tus miedos te gritan al oído, a Dios no le molesta que seas miedoso, al único que le dañan es a tí, pero Él diluirá tu miedo, porque Su misericordia es más grande que nuestros temores.

¡Glorificado sea nuestro misericordioso Dios!



Comentarios

Entradas populares de este blog

entresacando lo precioso en lo vil

Entresacando lo precioso en lo vil ...y si entresacares lo precioso de lo vil, serás como mi boca. Jeremías 15:19. Un rayo de luz en medio de la densa oscuridad...  una pequeña nube del tamaño de la mano de un hombre en la inmensidad del cielo azul... una gota de agua en el desierto más atroz… tal vez, una ínfima sonrisa en medio de aquel horrible mar de lágrimas o un halo de esperanza en un lamentable universo de tristezas...  pero, siempre habrá algo precioso en medio de lo vil, algo útil en la basura, algo bello en los desaciertos, algo hermoso en el desierto. La clave está en encontrarlo; hacer a un lado lo que no vale, olvidar lo que no edifica, aprender de lo que enseña, pensar en lo que es verdadero cuando todo parece falso, lo honesto cuando todo parece hipocresía, lo justo cuando todo parece injusto, lo puro en lo impuro, encontrar el buen nombre, la virtud y la alabanza (Filipenses 4:8) donde parece que todo está perdido, recordando que a los que a Dios aman “t

Fiesta en el Desierto

Gozo en el desierto Jehová el Dios de Israel dice así: Deja ir a mi pueblo a celebrarme fiesta en el desierto. Éxodo 5:1. Una buena fiesta se celebra en un buen lugar, con piscina, sauna, cancha de tenis, amplios jardines, y por supuesto: abundante comida; Debe ser un lugar cómodo y placentero, donde se pueda estar mucho tiempo sin querer retirarse.   Sin embargo, Dios escogió nada más y nada menos que el abrazador, soleado, y tórrido desierto para que Su pueblo celebrara la fiesta más grande que jamás hubieran ellos realizado...  "la fiesta de la liberación".  Allí en aquel lugar arenoso, sin vida, desprovisto totalmente de algún destello de vegetación, incómodo y vacío, peligroso, escaso del líquido vital y de pan… allí se proponía Dios que Su pueblo se gozara en Él.   Y qué mejor lugar para un corazón agradecido que no ve los pormenores del desierto, no se queja, sino más que todo se deleita en la libertad recibida aquella noche por la sangre de

La maldición nunca vendrá sin causa.

La causa de la maldición Pro 26:2   Como el gorrión en su vagar,   y como la golondrina en su vuelo,   Así la maldición nunca vendrá sin causa. Es por demás que gritemos, declaremos, rechacemos, revirtamos y hagamos un sinfín de rituales contra las maldiciones, si no quitamos la causa… porque la maldición nunca vendrá sin una causa. En 1Juan 5:8 dice que el maligno no tiene derecho alguno para tocar a aquel que no practica el pecado y el pecado es la causa de las maldiciones (Deuteronomio 28:15); así mismo la Palabra declara que el que aportille el vallado lo morderá la serpiente (Eclesiastés 10:8).   Esto significa que cuando por medio del pecado abrimos agujeros en la cerca de protección que Dios nos ha puesto por medio de la Sangre de Jesucristo, al redimirnos de la maldición en la cruz; entonces la serpiente antigua, nuestro enemigo, tiene derecho pleno para poder entrar y utilizar sus artimañas para destruirnos, inyectándonos su veneno de maldición en nuestro