Hacedores
Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Mateo 7:24.
El hombre prudente edificó su casa sobre la Roca, porque sabía que algún día vendría inminente la tormenta y la azotaría con toda su furia de devastación... sabía que los problemas vendrían a lo mejor tarde o tal vez temprano... pero seguramente vendrían contra su vida por lo cual se preparó de antemano para soportar ese sucio vendaval.
Porque ciertamente vinieron los vientos, las lluvias y se acrecentaron los ríos que se ensañaron contra aquella casa, pero ni los vientos, ni las lluvias, ni los ríos desbordados lograron derribarla, aunque pegaron contra ella con todo ímpetu implacable.
Porque aunque la fortaleza de las columnas de aquella casa para resistir los vientos era espléndida, y la capacidad del techo a soportar las lluvias era impresionante... la fuerza más poderosa de aquella casa estaba en sus cimientos que se anclaban firmes a la roca... esos cimientos que se hacían uno a la roca inamovible.
Porque todo aquel que se cimienta en la roca que es Cristo, no será movido aunque el enemigo lo presione insistentemente con toda su fuerza y poderío... porque todo aquel que se cimienta en Jesucristo jamás será destruido, porque siempre resurgirá aún más y más fuerte que al principio.
Porque, cimentarse en la roca es amalgamarse con ella... es hacerse uno con Cristo en el Calvario... porque no se trata solamente de creer en Él, (recordemos que los demonios creen y también le tiemblan)... se trata de oír y hacer las palabras que Él nos dejó plasmadas en las Sagradas Escrituras... se trata de ser como Él en esta tierra, mostrando amor sin condición... se trata de ser hacedores y no solamente oidores... porque todo aquel que está cimentado en Cristo, es por naturaleza un hacedor de buenas obras que Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.
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