La Balanza de la Palabra
Un pequeño salto era suficiente
para ser levantado hacia lo alto por aquel compañero de juego que se encontraba
al otro lado de aquel “subibaja” de latón… y dejarse caer por la gravedad el
único esfuerzo para levantarle a él aunque fuera muy pesado… pero si pesaban parecido, había un instante
que ambos podían quedar suspendidos en el aire, un instante de balance que
emparejaba el movimiento… ese instante donde podía definirse la igualdad, ese
momento donde podía encontrarse la equidad.
Así trabaja la balanza, que mide el equilibrio, empatando un lado con el
otro; así también debe ser el entendimiento de la Biblia, debemos poder tomar
en cuenta los dos lados de la moneda que ella nos presenta, el balance certero…
el equilibrio verdadero.
Hoy en día muchos cristianos religiosos
anteponen sus doctrinas al mismísimo Maestro de maestros, poniendo peso al
contra peso y desbalance al equilibrio.
Ponen sus revelaciones sin tomar en cuenta el contraste. No entienden que la Palabra del Señor es viva
y no solo un conjunto de oraciones que se pueden enmarcar en un solo
pensamiento.
Porque la Palabra tiene contra
pesos en cada rincón de sus doctrinas. Un
día dice “Si” otro día dice “No”, un día dice “come” y otro “no lo hagas”, un
día te llama a la riqueza, en otras ocasiones la pobreza, pero siempre está de
acuerdo a la voluntad perfecta del Señor.
Vende todo lo que tienes se le
dijo al joven rico, pero si vendes todo lo que tienes sin amor no te sirve una
bicoca, dijo Pablo… mata a todo
amalecita dijo al rey Saul, pero fue tajante al decir “no matarás” por medio de
Moisés.
La santidad es importante, pero también
lo es la misericordia del Señor… hay que conocer el amor de nuestro Dios, pero
también su Justicia y severidad… la ley
es trascendente pero también lo es la Gracia… debemos llegar confiadamente ante el trono de
Su gracia, pero con Temor y gran temblor… A veces Dios nos mete en el desierto
para darnos el maná, pero también nos da la tierra que fluye leche y miel.
Busquemos siempre la balanza en
las verdades encontradas.
La Palabra del Señor es Viva y siempre
habrá una revelación para cada momento de la vida para todo aquel que está
atento para oír Sus indicaciones… por eso dice que el que tenga oídos que oiga y la fe viene por este “oír” de la Palabra que
Dios enviará cada día directa al corazón.
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