De oídas..
De oídas te había
oído; Mas ahora mis ojos te ven. Job 42:5
Ese hombre que había pasado por fuego y que había recibido un ataque
directo del enemigo en su carne… aquel que en un instante lo había perdido
todo, pero en un gesto de valentía y apremio, simplemente se inclinó ante su
Dios y le adoró… ese valiente que pudo arrodillarse en la peor de las tormentas
y no solo para pedir una solución… ese varón que pudo soportar el peso más
intenso sobre su alma, declarando que el Señor se lo había dado todo y tenía el
derecho de quitarlo… Ese hombre de fe, bien sabía, que Dios tenía todo el
control. Él sabía que Dios estaba con
Él, que al final saldría purificado como el oro (Job 23:10), y que siempre tenía
un propósito para todo (Job 1.22).
Sin embargo, cuando Dios le habló finalmente, simplemente le mostró Su gloria
y poder… se presentó reprendiéndole por no entender de Su grandeza… le humilló mostrando
su falta de conocimiento acerca del Señor… nunca le explicó por qué había
permitido que el enemigo le tocara, nunca le explicó qué haría de su vida en el
futuro, no le dio palabras de aliento a su debilidad, ni le arrulló entre sus
brazos… pero Job entendió algo mejor;
entendió que de oídas le había oído y que no lo conocía en realidad. Porque la fe no se alimenta con palabras de
aliento, se alimenta con el conocimiento
del Señor, que es el autor y consumador de la fe. Job, Simplemente al escuchar cómo era su
Señor; entonces entendió, no la razón de su tormento, ni el propósito de su
pérdida… sino lo grande de Su Dios, lo eterno que Él era y la soberanía del
gran Rey.
Cuando vengan los problemas, las tormentas y el dolor… cuando te
alcancen las dolencias, los conflictos y aflicción… Cuando en medio de las pruebas
todavía te preguntes el ¿por qué?... la
única respuesta es porque aún solo de oídas has oído hablar de tu Señor.
Cuando conozcas la grandeza de tu Dios, no preguntarás el porqué de
esas penas… no dudarás de la razón.
Solamente conoce la grandeza de tu Dios, entra en Su presencia y
observa sus virtudes, escucha Sus palabras, y mira su poder; entonces como Job
tus ojos se abrirán y un poquito más le conocerás, y verdaderamente le
entenderás (Jeremías 9:24).
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