La Abnegación:
Jesús entregó todo por nosotros en aquella cruz…
Se negó la libertad de vivir Su propia vida…
Se negó la libertad de tener Su propia casa… su propio éxito… su propia familia y riquezas…
Se negó la vida por dárnosla a nosotros.
Si alguno quiere venir en pos de mí… si alguno quiere seguirme…
niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame (Lucas 9:23), decía... Porque Él quiere que todos sus seguidores
sean tal como Él es y tal como Él fue… que seamos semejantes a Él y hagamos lo
que Él hizo.
Jesús quería clonarse en Sus seguidores... quería que sus seguidores
hicieran lo mismo que Él estaba haciendo: la abnegación.
Pero esa abnegación no era religión, esa abnegación no era quitarse la
televisión para ser mejor persona o dejar de anhelar aquella casa para ser más
agradable al Padre Celestial… No… Él se negó esos derechos para salvarnos a
nosotros, se negó el derecho de vengarse de aquellos que le abofeteaban,
escupían y crucificaban, con tal de salvarlos diciendo “perdónalos porque no
saben lo que hacen”(Lucas 23:34). Porque de qué nos sirve negarnos a nosotros
mismos por obtener la mejor de las coronas, si somos egoístas y no compartimos
la gloria con aquellos que nos conocen y de qué nos sirve desprendernos de mil
cosas en la vida, que nunca ayudarán a que otros hombres lloren arrepentidos
sus pecados delante del altar de nuestro Dios.
El que quiera salvar su propia vida la perderá, pero el que pierda su vida por causa del Señor, es decir por salvar a otros, la hallará.
El apóstol Pablo hasta se hubiera negado su propia salvación haciéndose anatema con tal de salvar a otros (Romanos 9:3), eso es abnegación para salvación.
El apóstol Pablo hasta se hubiera negado su propia salvación haciéndose anatema con tal de salvar a otros (Romanos 9:3), eso es abnegación para salvación.
Niégate a ti mismo para otros…
Sálvales… Sé como Jesús.
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