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Mostrando entradas de 2015

Triunfando sobre ellos en la cruz

Triunfando en la Cruz Col 2:15   y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz. Jesús los derrotó sin grandes ínfulas, ni pompa…    hizo caer al imperio de tinieblas con una corona de espinas; la burla de los grandes enemigos fue el elixir de su fuerza; la agonía de la muerte catapulta hacia Su trono.    Aquella cruz que dirigieron en Su contra, se convirtió en el símbolo de gloria y mejor arma de victoria.     Los esbirros del Averno se ensañaron contra Él, soldados del imperio se mofaron en su rostro; y los hijos del infierno le clavaron en la cruz. Pero como suele suceder en el reino de los cielos, la derrota de tu cuerpo es victoria de la vida, y la muerte de tu carne es el triunfo de la Gloria . ¡Jesús Triunfó sobre ellos en la cruz!    …en ese cruel madero. ¡Los exhibió públicamente! Demostrando la grande diferencia entre los que son reyes de este mundo, que someten a los hombre

A tí qué?

¿Qué a ti?    Sígueme tú… Jesús le dijo: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Sígueme tú. Juan 21:22   Cuando miras hacia afuera y hablas de ellos todo el tiempo, te pasas pensando en los demás y sus defectos, comparas sus virtudes y te concentras en las cosas que ellos hacen en su vida, te interesas por riquezas que ellos bien ostentan, perdiendo aquel valioso tiempo que debieras dedicar en ver, pero hacia adentro.     Qué te importa lo que hacen… qué te importa si cantan o no cantan, si danzan o no danzan, si aplauden cuando cantan, si tienen dinero o si son pobres, si guardan un día para Dios o no lo hacen, si son engreídos o avariciosos, si no diezman, o si hablan solo de grandezas; si creen que son los mejores de los santos y mejores en doctrina.     No te importa si Dios les bendice grandemente…   no te importa que verdaderamente sean los más sabios o que vivan larga vida.     Lo que importa eres tú…    C ómo estás en tu vida espiritual, c

Cicatrices

Cicatrices Cicatrices que recuerdan dolores del pasado, la suerte que fue echada en su tiempo y nos trajo la desgracia de la herida.     Cicatrices que se han vuelto parte de tu cuerpo, característica infaltable de tu rostro, testigos silenciosos de accidentes sin sentido, que trajeron malestar y te dieron tristes sufrimientos.   Cicatrices que despiertan las memorias de la hora más difícil que has vivido.      Sin embargo, solamente son puras cicatrices, heridas que han sanado y ya no duelen otra vez… cicatrices que no tienen más valor que el que tu mente les recuerda, valen menos que un penique si es que no sabes cómo te han venido. Pero son aquellas cicatrices, que te hacen recordar los errores que has tenido; aquellas cicatrices que te hacen sabio al futuro.   Porque esas cicatrices te hacen dar mejores decisiones, te enseñan caminos superiores, tanto así que hasta consejos a los simples puedes dar a borbollones.   Pero lo mejor de aquellas cicatrices es que no

Obras... No declaraciones

Hacedores, no habladores  15 Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, 16  y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha?  Santiago 2:15-16  En nuestros días existen muchas olas o modas doctrinales que intentan explicar bíblicamente, pensamientos humanos.  Una de ellas es la doctrina de las declaraciones, dándole exagerado valor a las palabras que decimos, sabiendo que ante todo, lo mejor es que seamos "hacedores de la Palabra" (Santiago 1:22) y que hagamos las buenas obras que Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas (Efesiso 2:10). Si declaras bendiciones para tu hermano, pero no le ayudas en lo que necesita, eres solamente un hablador y Dios quiere que actuemos, no solo que hablemos, porque nuestras acciones hablan mejor que nuestras declaraciones, pues la fe sin obras es muerta (Santiago 2

Pidiendo lo que queremos

Oración en tiempos difíciles En aquellos días en que no podemos hacer nada más que dejar de esforzarnos en contra de las cosas imposibles... aquellos momentos en que nuestra incapacidad clama por un pronto auxilio... ese tiempo en que la enfermedad es más poderosa que los médicos, más grande que cualquier tecnología de última generación, más activa que la mejor de las medicinas del mundo.  Esos días es cuando luchas por creer en el Dios Omnipotente, que nada lo detiene y hace posible lo imposible, doblas tus rodillas y haces oraciones. Esos días no es suficiente con pedir que se haga Su santa Voluntad, no es suficiente decir que confiamos en que Él hará lo mejor en esa situación... es necesario expresar los deseos más intensos de nuestro corazón...  suplicar por un milagro, clamar misericordia y pedir esa imposible sanidad. No te quedes por afuera de algo sorprendente, haciéndote pasar por un humilde servidor, aceptando lo que venga, sin pedir realmente lo que quieres. Pi

El secreto de Recibir nuestra petición a Dios

Recibir nuestra petición. ¿Cuál es tu pensamiento cuando le pides algo a Dios?   ¿Sientes como si llegaras con una persona inaccesible a solicitar alguna cosa, tal   como cuando le pides a tu intransigente jefe un aumento?  ¿Estás completamente seguro de recibir lo que estas pidiendo? Ciertamente, los reyes, las personas importantes y los jefes poderosos, siempre responderán de acuerdo a sus necesidades, carácter, y posibilidad y nosotros solamente tendremos el 50% de probabilidades de recibir lo que les pedimos, porque su respuesta será a veces un “Si” y otras un “No”. Pero, aunque Dios es la persona más importante de todas, el Rey de reyes y el jefe de jefes… (Es algo intimidante verlo de esa manera, ¿no crees?); Él dice que lleguemos delante de Él con “confianza” (Hebreos 4:16) y que si permanecemos en Él y Sus palabras permanecen en nosotros, pidamos todo lo que queramos y nos lo dará (Juan 15:17)...   ¡Sí!, ¡todo lo que pidamos nos lo dará! ¡Todo! Pero, ¿p

Jesús jamás se averguenza de sus hermanos

Hermanos de Jesús Miras hacia adentro y te decepcionas como siempre… tal parece que no tienes nada que te pueda enaltecer.    Te sientes como nadie… como un punto oscuro en un cuadro de colores… como un lienzo blanco en una galería de arte que nadie se detiene un instante en admirar…    un cero a la izquierda del tablero.      Recuerdas los errores garrafales que pudiste cometer… los dolores que causaste sin querer… el pecado recurrente que en tu vida no has podido ni vencer.   Tus recursos no son otra cosa que deudas por doquier… Te sientes como aquel niño rechazado, nadie te escogió para jugar, estás solo y se han reído de tus frases, sucio y andrajoso de pobreza, con la frente hacia abajo no paras de llorar. Pero aquel hijo millonario ha llegado caminando hacia ti, te abraza con ternura y las lágrimas te enjuaga con amor…   te lleva a su casa, te presta sus juguetes, te comparte su comida, y al final delante de todos los demás, te dice su hermano sin dudar.