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Mostrando entradas de septiembre, 2013

Nuestro Combate

La Batalla Hebreos 12:4   Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado… Si bien es cierto no tenemos lucha contra carne y sangre, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, y contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes (Efesios 6:12); los exorcismos no son nuestra batalla… nuestra guerra no se gana con andar diciendo que atamos enemigos a diestra y siniestra… nuestro combate no es ganarle a la pobreza material de nuestra vida…   nuestra lucha es “combatir contra el pecado” y combatir contra el pecado es atar verdaderamente a nuestros enemigos, porque cuando evitamos el pecado, no los dejamos actuar.     El pecado es su arma más poderosa, es nuestra kriptonita, y nuestra mayor debilidad en la lid.     Los demonios no tienen poder contra nosotros a no ser cuando el pecado les abre las puertas, pero son vencidos fácilmente cuando nuestras armas son “armas de justic

Sanidad de las heridas

Sanando las Heridas aquel hombre... al que hemos dado en llamar simplemente "El Buen Samaritano", símbolo de nuestro amoroso Señor Jesucristo, no tenía miramientos en ayudar a los desvalidos... su gran misericordia fue evidente al rescatar a aquel pobre hombre y vendar sus heridas... esas heridas que el dolor hacía que fueran evidentes...  Aquel Buen Samaritano tomó al herido, lo llevó al mesón, pagó la cuenta, lavó sus heridas, las purificó con agua, las esterilizó con vino y las refrescó en ese aceite que lubricando el sitio del dolor, consoló el sufrimiento de aquel transeúnte que por azares del destino, asaltado había sido de los hombres impíos e insensatos en un sucio y cruel desatino, y por último las tapó, cubriéndolas con vendas. Ese Buen Samaritano, nuestro misericordioso Señor y Dios, también nos ha tomado en medio del quebranto, nos abrazó cuando el inconsolable llanto, hacía alarde sobre nosotros de dominarnos tanto...   Nuestro Buen Samaritano, l

El Noviazgo

El noviazgo Cuando hablamos de noviazgo debemos remontarnos al propósito de Dios en la relación entre un hombre y una mujer.   Dios dijo: Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne (Génesis 2:24) y se refería a una mujer para un hombre y un hombre para una mujer (Malaquías 2:15).  Esto quiere decir que Dios ha preparado una pareja para cada uno de nosotros, la mitad de un todo que nació para unirse entre sí. Por lo tanto, el noviazgo tiene como objetivo "El Matrimonio", como propósito máximo la unión de dos mitades diseñadas para ser una sola carne.  Sin embargo, la cultura de nuestros días ha impreso ciertas características muy peculiares en el noviazgo que están fuera de la Voluntad de Dios, haciendo que éste se convierta en un juego que se debe empezar a edades muy tempranas como una obligación social.   Jóvenes de quince años buscando afanosamente una relación, sin tan siquiera pensar en el matrimonio como